Ayer tuve un ataque de risa. Estaba tomando unas cañas con mis compañeros del trabajo y al oír la risa contagiosa de una señora a nuestro lado, me dio a mí por reír. No había manera de parar y tras diez minutos de risa continuada, acabé exhausto, tanto que me tuve que ir a casa. Ya en el sofá por la noche mi mente se puso a trabajar y me sobrevino la pregunta ¿se puede morir de risa? Según pude averiguar por la red, morir de risa es la muerte que se produce como consecuencia de la risa en extremo, vamos, más o menos lo que me había pasado a mí unas horas antes. Me enteré que existen leyendas urbanas sobre estos ataques y me parecieron muy curiosas. Algunas rayan lo absurdo, pero es así como empiezas a reírte, de la forma más absurda que se te pueda ocurrir. Me impactó la historia de Alex Mitchell, un inglés que en 1975 murió de risa mientras miraba un episodio de la serie The Goodies. Tras veinticinco minutos sin parar de reír, sufrió un colapso y murió de un fallo cardíaco. Lo mejor de la historia fue la carta que mandó la mujer de Mitchell poco después a los productores de la seria agradeciéndoles que los últimos momentos de su marido fueran tan agradables.
La verdad es que morir de risa tiene que ser una muerte placentera o por lo menos pasando un buen rato al final de tu vida. Leyendas urbanas o no, lo que sí que es cierto es que parece raro, pero lo que no lo es son las sensaciones que se experimentan en un restaurante cuyo nombre significa precisamente eso “muerte por ataque de risa”. En ElKuru tienen un lema muy claro “yu güil not return tu bi de seim person” y es cierto, sales de allí con la sensación de ser una persona nueva, después de pasar un rato de risas celebrando un cumpleaños, una despedida de soltero, un divorcio o cualquier cosa que se te ocurra.
Y a vosotros ¿tenéis alguna anécdota con algún ataque de risa?