No os he contado lo que hice en fin de año. La verdad es que me gusta pasar esa última noche con mis familiares, en una casa que tenemos en la sierra en la que nos reunimos todos. Los últimos segundos del 2011 hice lo que supongo todo el mundo, comerme las uvas. Después de discutir durante toda la cena en qué canal de televisión veríamos las campanadas (este año había mucha disparidad de opiniones entre mis tías, primos y abuelos…), el aparato dijo “basta” y murió después de casi treinta años de existencia. Así que el antiguo reloj de pared de mi abuelo era el que iba a servirnos de guía para comernos las uvas…
¿Alguna vez os habéis preguntado de dónde viene la tradición de las doce uvas? Lo cierto es que es una costumbre de origen español de finales del s.XIX extendida a un gran número de países extranjeros. Era propio de la burguesía y la clase acomodada celebrar la entrada al año nuevo comiendo uvas y bebiendo champán. El pueblo llano decidió un día ridiculizar esta costumbre burguesa y acudió en masa la noche del 31 de diciembre a la Puerta del Sol para tomar las uvas al son de las campanadas. De esta manera se popularizó y ha llegado hasta nuestros días. El por qué son doce no está muy claro. Algunos comentan que por los doce meses del año y otros porque se comen a las “doce de la noche” y evidentemente suenan “doce campanadas”.
Bueno pues mis campanadas de este año fueron algo accidentadas. Una sombra extraña, algo parecido a un fantasma, apareció justo cuando el reloj comenzó a dar la medianoche y desapareció con la última campanada. Durante ese periodo de tiempo, entré en shock del susto que me di. Mi abuelo me comentó más tarde que el reloj tarda seis segundos en dar seis campanadas…
¿Puedes ayudarme a calcular cuanto tiempo duró la aparición del fantasma y por lo tanto cuanto tiempo estuve en ese estado de shock?
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