Cuentan algunas lenguas, no exentas de maldad, que hace ya algunos años mientras realizaba un vuelo transoceánico (o sea, a 11.000 pies de altura) la actriz, presentadora, cantante y bióloga, Ana García Obregón, sufrió la explosión de uno de sus pechos recientemente implantado de silicona en una importante clínica estadounidense. La actriz lo ha desmentido en tantas ocasiones como le ha sido posible y, últimamente, ya ni siquiera responde a esta pregunta. Lo cierto es que no se cuenta con ningún testimonio contrastado de alguna persona que viajara en ese avión y que tuviera la posibilidad de confirmarnos qué es lo que sucedió exactamente, ni siquiera si sucedió algo. En cualquier caso, son varios los interrogantes que me vienen la mente:
¿Es cierto que la silicona que salió disparada del pecho de la artista (empotrándose contra la ventanilla del avión) obra en poder de un conocido coleccionista de taxidermia de los alrededores de Hamburgo?
¿Es cierto que el rumor del pecho reventado partió íntegramente de una clínica de cirugía plástica por aquel entonces competidora de aquella dónde se había operado la presentadora?
¿Es cierto que el avión donde ocurrió no sólo no volvió a volar jamás por miedo a que se repitiesen lo hechos sino que, además, fue destruido por una de las empresas del padre de la artista?
¿Es cierto que desde entonces la actriz no coge aviones para desplazarse y que se ha hecho accionista de transmediterránea para que los desplazamientos (por mar) le salgan gratis?
¿Es cierto que el hijo de la artista ha manifestado en su círculo más íntimo de amigos que cuando sea mayor quiere ser piloto para que no le vuelva a pasar eso a mama?
No sé, no sé, cuando el río suena….
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